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lunes, 22 de noviembre de 2010

Resumen de impresiones (y II): Mi vida aquí.

Salta a la vista por la frecuencia de mis actualizaciones que mi vida aquí no debe ser algo apasionante, o debe serlo en sumo grado. Seré misterioso en cuanto a lo que respecta a este punto.

Saltará también a la vista para los que me conozcáis mínimamente, que mi vida aquí es un caos. Soy y siempre he sido incapaz de seguir una rutina elaborada. No voy a decirlo en futuro, pues pienso que algún día me vendría bien adaptarme a algún tipo de rutina. Algún día.
Así, mis horas de comer fluctúan entre la una menos cuarto y las cuatro, dependiendo del día. Mis horas de trabajo, por no estar directamente controladas, dependen de la hora a la que me acuesto y de las ganas con las que me levanto. Eso sí, esas ocho horas al día de leer artículos, papers, reports y demás merdas do carallo, que diría el ínclito Luis. Ocho horas al día a las que ahora mismo hay que sumar el tiempo que le tengo que dedicar a estudiar mi último examen de la carrera, Sistemas electrónicos, el dos de diciembre y por internet.

Aún así, no me puedo quejar. No me puedo quejar porque saco, y debo sacarlo, tiempo para ver mucho fútbol aprovechando que no coarto el tiempo de Isa. Saco tiempo para ver series, aunque Boardwalk Empire la lleve atrasada. Saco tiempo, también, para colaborar en dos webs (ya os hablaré de esto). Para procesar fotos. Para charlar y jugar una pocha con los pocos pero razonablemente buenos compañeros de Erasmus. Incluso saco tiempo para viajar, ya os hablé de Berlín, la semana pasada fuimos a Bélgica (juro que mañana escribo algo de esto) y están programadas excursiones a Suiza, Holanda y, probablemente, Polonia.
Incluso, fines de semana sobre todo, saco tiempo para cocinar. Estoy, por fin, aprendiendo a cocinar. Y para los que no me conozcan digo que no me refiero a freír un huevo, sino a hacer cosillas algo más elaboradas. Me siento muy orgulloso de ellas y mis compañeros de piso flipan, aunque sé que no es para tanto.

No me puedo quejar de casi nada de lo que me pasa aquí. Sólo de la ausencia, claro. De la ausencia y de un idioma que se me sigue atragantando. Algún día os hablaré de esto, pero mi alemán avanza demasiado lento. Es cierto que no voy a clases, que no hago mucho esfuerzo por aprenderlo y que, aún así, soy capaz de comunicarme, pero la comprensión... ay, la comprensión.

Tan desorganizada es mi vida que tuve ¡17 días! para preparar esto. Y lo he escrito a vuelapluma. Esto no puede ser. A dormir, mañana más.

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