Empiezo a escribir esta segunda entrada desde Barajas, el que debe ser el único aeropuerto medio serio de Europa que no tiene WiFi. Sentado en el suelo vigilando que la batería de la cámara se carga sin que me la roben, delante de un escaparate en el que muestran cosas de cristal bonitas o algo, porque ya se han parado tres señoras, una pareja gay y un americano con cascos. Parece el momento ideal para terminar lo que empecé ayer.
Si digo que es el momento ideal es porque al otro lado de esta tienda hay una puerta de embarque cerrada de donde saldrá mi vuelo a Frankfurt. Será la primera vez que pise Alemania y conoceré, por fin, la ciudad que me espera a partir de septiembre. Esa ciudad es Karlsruhe, la razón por la que hoy me han hecho levantar a las 5 de la mañana para venir hasta aquí.
Allí, en dos meses, me espera el proyecto fin de carrera y quién sabe qué más. La temática: generación de lodos de hielo para refrigeración (apasionante, lo sé). El proceso: largo, pero no demasiado complejo. El idioma: gut, gut. El alojamiento: ¿?. El futuro: Bastante incierto.
El pilotito del cargador está fijo, yo ya me he presentado. Ahora sí, fin.
PD: La voz del aeropuerto de Barajas es Loquendo, que lo sepais.
PDD: Ya subiré esta entrada cuando pueda.
PDDD: Y cuando pueda ha sido ya desde Karlsruhe (¿el aeropuerto de Frankfurt no tiene wifi?) a golpe de 7€ la hora de internet.
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